“Os enseñaré
maravillas, esta es mi promesa. Aunque la palabra puede engañar,
algo maravilloso no significa que sea siempre algo bueno. El Universo
es falto de felicidad, de odio, de tristeza, de envidia o de
diversión. No diferencia entre el bien y el mal. No es empático.
Ese extraordinario
secreto que guarda todo humano en su interior es el mismo secreto de
la eterna batalla entre la gravedad y la explosión
en un sol. Aquello que maravillosamente hace que los girasoles sigan
el sol, el agua se transforme en nubes y los relámpagos
siempre vengan antes del trueno.
Os enseñaré
maravillas, os enseñare vuestro secreto del Universo, pero no
vengáis con
falsas esperanzas”
El silencio invadía
mi ser después de haber leído el letrero delante de la caravana. La
luz del neón lila rodeaba las rojas letras de advertencias y seguía
sin entender porque una adivina quiera alejar de esa manera a sus
clientes. O también podría
ser que esas desoladoras palabras atrajeran
mas personas movidas por la curiosidad.
Con un ligero
temblor en las
piernas me acerqué a la puerta metálica
y después de
tocarla una suave pero amarga voz de mujer me invitó a entrar. Rosa
era la olor, al igual que la marihuana seca quemándose.
El ambiente era toxico y amargo, lleno de recuerdos y fotos de
desconocidos que observaban silenciosos pero de alguna manera sabia
que en su silencio se movían millares de murmurios
sin sonido llenos de criticas e insultos hacia mi persona.
Me senté a la única
mesa de la pequeña estancia. Dos sillas, un mantel azul y una vela.
Todo era muy extraño. Con una mueca que intentaba ser una sonrisa,
la vidente cogió
mi mano y rió. Tenia el pelo sedoso y castaño con canas. Su tez
arrugada daba la sensación
de alguien que ya estaba cansado de la vida y que se arrastraba por
ella por la inercia de no poder morir. Transparente, fría y áspera
su mano, pero sus
ojos eran alegres y jóvenes.
Me hacían sentir
feliz mientras me acercaba una baraja de cartas.
“Mezcla la baraja
y corta con la izquierda” fue la única indicación que me dio
mientras de la nada se sacó un vaso de vino rojo. Mientras barajaba
me preguntaba si era vino del bueno o algo de baja calidad que con
dos sorbos te deja perdido en una gran y espumosa nube de recuerdos.
Con la izquierda corté la baraja y la señora cogió una mitad, con
sorprendente velocidad distribuyó
siete cartas por la mesa en fila de tres con una y solitaria carta
arriba del todo.
“Se que tienes
prisas, no te preocupes”. Con la misma velocidad de antes giró
todas las cartas y un conjunto de imágenes desconocidas
se presentaron ante mis ojos. Ya había visto muchas veces barajas
del tarot, pero esta era la primera vez que veía
una tan rara. No reconocía ningún
personaje.
“Vaya, tenemos
aquí un joven lleno de secretos. ¿De quien te escondes? O, ¿que
escondes y a quien?”, en respuesta la miré desconfianza. Una
espinosa amarga ceja se levantó al notar mi silencio. “Como
quieras. En todo caso, los secretos que guardas a tus queridos te
están corroyendo
y poco a poco tu ser acabará por destruirse. Deberías
revelar lo que piensas sobre la vida que te rodea”. No sabia que
responder a la anciana y con timidez miré hacia la ventana de la
caravana. Las luces de la feria aparecían tan grises, lejanas y
crueles que pocos segundos después
tuve que apartar la vista. “Por otra parte, la melancolía
persigue tus sueños. Vivir en el pasado,
querido amigo, es tan malo como depender del futuro o fijarse
unicamente en el presente. Tenlo en cuenta”. Poco a poco iba
tocando con la yema de sus vidriosos dedos
todas y cada una de la cartas. Sobre cada una se paraba como a
escuchar algo no audible. Sus pendientes de cristales colorados
reflejaban la luz de la vela y el ligero maquillaje adquiría
unas sobras inquietantes pero también cálidas.
Era tan humana. “Tienes tanto talento y sigues huyendo de todo,
deberías
centrarte mas en lo que estas creando. Deja de depender tanto de la
necesidad de algo nuevo”. Ya había
llegado a la última carta, una estrella fugaz. “Vaya, se acerca un
viaje hacia un destino muy lejano”. Su mirada se había
vuelto de pronto maliciosa y mala. “Podría
ser que te vayas a otro continente como a otro mundo, así que ten
cuidad en no perderte por el camino pero disfruta siempre del viaje”.
Retiró las cartas de la mesa.
“Son 3 pavos y
aunque tu cara es bonita no te haré descuento”. Y de hecho lo
había pensado y no creía
posible que pudiese leerme el pensamiento. Saqué el dinero del
bolsillo y la miré pensativo pero cercano. “Usted tampoco me ha
dicho nada nuevo, todo lo que he descubierto aquí ya lo sabia de
antes”. El sonido que la vidente produjo parecía miles de vidrios
que se rompían,
una sinfonía
aguda y sofocante. Era su risa. “¨Leíste
el letrero. Yo te he mostrado las maravillas que albergas en tu vida
y te digo que podrías ver muchas mas, lo único
es que tu no quieres verlas ni vivirlas.
Vivir en el pasado, en el presente o en el futuro te obliga a ver
solo una parte del Universo. Los secretos que arrastras en tu joven
espalda no te permiten disfrutar de tu vida. El talento que escondes
dentro de ti es la única vía
de salida y no quieres utilizarla. Sinceramente,
eres un suicida. Pero si quieres seguir viviendo
así, allá tu. ¡Adelante el próximo!”.
La ultima exclamación parecía
mas una despedida forzada que otra cosa. Con un poco de pinchante
rabia salí de la caravana y dejé entrar una pareja. La chica,
morena, era hermosa.
Con desolación me
alejé reflexionando en el tipo de viaje que se acercaba y del que no
conocía en
absoluto la naturaleza.
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