lunes, 20 de agosto de 2012


“Os enseñaré maravillas, esta es mi promesa. Aunque la palabra puede engañar, algo maravilloso no significa que sea siempre algo bueno. El Universo es falto de felicidad, de odio, de tristeza, de envidia o de diversión. No diferencia entre el bien y el mal. No es empático.
Ese extraordinario secreto que guarda todo humano en su interior es el mismo secreto de la eterna batalla entre la gravedad y la explosión en un sol. Aquello que maravillosamente hace que los girasoles sigan el sol, el agua se transforme en nubes y los relámpagos siempre vengan antes del trueno.
Os enseñaré maravillas, os enseñare vuestro secreto del Universo, pero no vengáis con falsas esperanzas”
El silencio invadía mi ser después de haber leído el letrero delante de la caravana. La luz del neón lila rodeaba las rojas letras de advertencias y seguía sin entender porque una adivina quiera alejar de esa manera a sus clientes. O también podría ser que esas desoladoras palabras atrajeran mas personas movidas por la curiosidad.
Con un ligero temblor en las piernas me acerqué a la puerta metálica y después de tocarla una suave pero amarga voz de mujer me invitó a entrar. Rosa era la olor, al igual que la marihuana seca quemándose. El ambiente era toxico y amargo, lleno de recuerdos y fotos de desconocidos que observaban silenciosos pero de alguna manera sabia que en su silencio se movían millares de murmurios sin sonido llenos de criticas e insultos hacia mi persona.
Me senté a la única mesa de la pequeña estancia. Dos sillas, un mantel azul y una vela. Todo era muy extraño. Con una mueca que intentaba ser una sonrisa, la vidente cogió mi mano y rió. Tenia el pelo sedoso y castaño con canas. Su tez arrugada daba la sensación de alguien que ya estaba cansado de la vida y que se arrastraba por ella por la inercia de no poder morir. Transparente, fría y áspera su mano, pero sus ojos eran alegres y jóvenes. Me hacían sentir feliz mientras me acercaba una baraja de cartas.
Mezcla la baraja y corta con la izquierda” fue la única indicación que me dio mientras de la nada se sacó un vaso de vino rojo. Mientras barajaba me preguntaba si era vino del bueno o algo de baja calidad que con dos sorbos te deja perdido en una gran y espumosa nube de recuerdos. Con la izquierda corté la baraja y la señora cogió una mitad, con sorprendente velocidad distribuyó siete cartas por la mesa en fila de tres con una y solitaria carta arriba del todo.
Se que tienes prisas, no te preocupes”. Con la misma velocidad de antes giró todas las cartas y un conjunto de imágenes desconocidas se presentaron ante mis ojos. Ya había visto muchas veces barajas del tarot, pero esta era la primera vez que veía una tan rara. No reconocía ningún personaje.
Vaya, tenemos aquí un joven lleno de secretos. ¿De quien te escondes? O, ¿que escondes y a quien?”, en respuesta la miré desconfianza. Una espinosa amarga ceja se levantó al notar mi silencio. “Como quieras. En todo caso, los secretos que guardas a tus queridos te están corroyendo y poco a poco tu ser acabará por destruirse. Deberías revelar lo que piensas sobre la vida que te rodea”. No sabia que responder a la anciana y con timidez miré hacia la ventana de la caravana. Las luces de la feria aparecían tan grises, lejanas y crueles que pocos segundos después tuve que apartar la vista. “Por otra parte, la melancolía persigue tus sueños. Vivir en el pasado, querido amigo, es tan malo como depender del futuro o fijarse unicamente en el presente. Tenlo en cuenta”. Poco a poco iba tocando con la yema de sus vidriosos dedos todas y cada una de la cartas. Sobre cada una se paraba como a escuchar algo no audible. Sus pendientes de cristales colorados reflejaban la luz de la vela y el ligero maquillaje adquiría unas sobras inquietantes pero también cálidas. Era tan humana. “Tienes tanto talento y sigues huyendo de todo, deberías centrarte mas en lo que estas creando. Deja de depender tanto de la necesidad de algo nuevo”. Ya había llegado a la última carta, una estrella fugaz. “Vaya, se acerca un viaje hacia un destino muy lejano”. Su mirada se había vuelto de pronto maliciosa y mala. “Podría ser que te vayas a otro continente como a otro mundo, así que ten cuidad en no perderte por el camino pero disfruta siempre del viaje”. Retiró las cartas de la mesa.
Son 3 pavos y aunque tu cara es bonita no te haré descuento”. Y de hecho lo había pensado y no creía posible que pudiese leerme el pensamiento. Saqué el dinero del bolsillo y la miré pensativo pero cercano. “Usted tampoco me ha dicho nada nuevo, todo lo que he descubierto aquí ya lo sabia de antes”. El sonido que la vidente produjo parecía miles de vidrios que se rompían, una sinfonía aguda y sofocante. Era su risa. “¨Leíste el letrero. Yo te he mostrado las maravillas que albergas en tu vida y te digo que podrías ver muchas mas, lo único es que tu no quieres verlas ni vivirlas. Vivir en el pasado, en el presente o en el futuro te obliga a ver solo una parte del Universo. Los secretos que arrastras en tu joven espalda no te permiten disfrutar de tu vida. El talento que escondes dentro de ti es la única vía de salida y no quieres utilizarla. Sinceramente, eres un suicida. Pero si quieres seguir viviendo así, allá tu. ¡Adelante el próximo!”. La ultima exclamación parecía mas una despedida forzada que otra cosa. Con un poco de pinchante rabia salí de la caravana y dejé entrar una pareja. La chica, morena, era hermosa.
Con desolación me alejé reflexionando en el tipo de viaje que se acercaba y del que no conocía en absoluto la naturaleza.

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