lunes, 17 de septiembre de 2012

Estoy seguro que la mecedora que ha decidido dar presencia en mi habitación (obviamente compartida con mi hermano y por lo tanto nunca he tenido una adolescencia privada) en su anterior vida fue un o una filosofía. O una mantís religiosa, que también seria divertido.


(Uploaded with ImageShack.us)

 Pero lo digo en serio. El balanceo que hace religiosamente durante toda la noche debido al siniestro viento que viene de la ventana es un cliché de las metáforas de la vida.
Estoy agradecido de estar harto de tanta aptitud para la desesperación, el quejarse y el auto idolatrar las desgracias personales. De una forma o de otra todos sufrimos en estos oscuros tiempos que recuerdan fatalmente a las bonitas casas de acojida de Dickens. En una extraña forma para redimir unos pseudo pecados hemos visto todos como han sido capaces de tomar medidas en Grecia o en España que resultan a la vista de todos mas como genocidios que como ayudas. Rindamonos delante de la realidad y aceptemos que estamos dejando via libre a una futura forma de esclavitud tal y como las super deudas africanas que perduraran hasta despues que los continentes se hayan desplazado de emisferio.
Pero esta no es una excusa.

No es excusa por como me han tratado hasta ahora cualquier funcionario burócrata apenado por su vida mediocre, ni tampoco por no dejarnos respiro frente a deudas, ni tampoco para cerrarnos puertas y por lo tanto posibilidades. Todo el mundo pide cobrar ya viejas cuentas, pero no se puede todo junto. Una persona en el paro que quiere abrir un negocio que le parece funcional pero no se le permite por deudas anteriores es cerrar una puerta, de igual manera que no permitir a alguien trabajar por falta de experiencia (anecdota conocida y una paradoja muy moderna.

No es excusa para que la gente esté a merced de continuas depresiones y asqueos con "aquella humanidad" de la que en realidad todos hacemos parte. Hay tanto en la vida, en el Universo, en las tostadas que me hago para desayunar. Hay tanto por lo que sonreír cada día aun frente a las desgracias que nos imponen. Pues yo digo basta. Respondamos a las tortura que nos están haciendo con una risa, destruyamos viejos principios anticuados (y formas de protesta aun menos creativas y mucho mas anticuadas) y ya muertos con una sonrisa, vivamos con algo de positividad. Postividad, falsa y pretenciosa forma de ver el mundo, pero que puede dar sentido a todo esto.

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