jueves, 17 de noviembre de 2011

Hace unos días hablé de mis motivaciones a la hora de crear este blog. Puse por escrito cual era mi objetivo y mis necesidades de estudiante paranoico. Esta noche (si alguien lo ha notado siempre escribo de noche, y por esto cuando publico nadie lee nada) volveré a hablar de la jaula Faraday.
Conversando con una compañera de clase sobre este termino y lo que significa, he considerado importante desglosar los significados que me interesan y conectarlos con los eventos que se han desarrollado el pasado fin de semana.  De echo, y un poco exagerando, podría comprar aquellos echos como la prueba de las teorías de Einstein y un insultos a los recién descubiertos neutrinos y a la tanto querida teoría de cuerdas en la que todo el mundo cree pero que hasta ahora sus 11 dimensiones no han sido demostradas.
Reavivando la metáfora, la jaula Faraday significa toda esa parte de nuestra vida donde estuvimos protegidos por la familia y donde podíamos pasarnos el día delante de la televisión mirando el Armageddon y no preocuparnos. El efecto que produce una familia donde se mantiene un buen clima de amor y preocupación, es que los hijos no temen al futuro ni tampoco se cuestionan su supervivencia. La prueba mas luminosa son los estudiantes universitarios que están a su primer año y acaban de trasladarse. La mayoría de ellos llega el domingo por la noche con un maletón lleno de ropa limpia y tappers, lo vacían a lo largo de la semana y vuelven el viernes por la tarde a casa. Allí dan a lavar la ropa y los tappers para llenar a sus padres. Hay algunos de ellos que llegan a definirse independientes. Este evento recurrente semanalmente es la prueba de como aunque lejos de casa la protección de la "jaula Faraday" se mantiene. Esta protección es necesaria para sobrevivir, pero no es ningún encarcelamiento. Aunque la palabra "jaula" puede llevar a pensar que es una estado de prisión infantil, seria inexacto percibirlo de esa manera, ya que en realidad es una protección que no desaparece. Las jaulas Faraday tienen puertas, llega un momento en que el hijo la abre y sale. Siempre puede volver, pero fuera jamas será como adentro. Aquella falta de preocupación desaparece al encontrare con la intemperies de fuera.  Siempre puede pasar que al salir alguien se ha dejado la pastilla del jabón el el suelo y el/la pobre hijo/a resbala y se da contra la pared y acaba muriendo.
Yo no suelo describir sensacion y emociones que no he sentido antes. Lo hago porque sino al describir cosas que nunca he sentido sé que no estoy expresando realmente lo que aquel evento significa. Hoy, una semana después, puedo oficialmente decir que odio los hospitales.
Todos se iluden que los hospitales son lugares felices y lugar de vida al estilo Anatomía de Gray o ER. La realidad es que es un poco como en la serie Scrubs, cuando el Doc. Cox le dice al novato que ellos no salvan vidas, sino que simplemente las alargan si pueden. Esa es la verdad, un doctor no puede salvar a todo el mundo y los hospitales son horribles. Huelen mal, esta lleno de gente que te mira mal y la comida sabe mal. No es un lugar donde hay que quedarse solo y donde deprimirte. Siempre es mejor acompañarse por un cómico. Desafortunadamente hace una semana aprendí dos lecciones en la peor de las maneras: de primera mano y sin vuelta atrás. He aprendido que nunca es fácil dejar la jaula y que los hospitales son peor que los cementerios (por suerte hay voluntarios que intentan transformarlo en un sitio bonito y divertido).
Cuando te muere uno de tus padres no es nada parecido a lo que hacen ver en las pelis. Lo primero que te agarra es un sentimiento de desesperación que dura unos segundos y que te oprime el pecho de tal manera que deseas expulsar el corazón, seguidamente viene la incredulidad de la situación y la rabia contra teóricos responsables de la muerte. Todo esto en un pocos minutos. Ojalá lo complicado acabara allí. Si te muere uno de tus padres, al volver a casa no puedes ver, tocar o decir nada que no te recuerde de una forma dolorosa aquella persona. No quieres tocar nada por si desvanece la olor, no aceptas de ninguna manera el evento y empiezas a intentar hacer lo que haces con normalidad. Un día ya se ha transformado en una semana y cuando apenas ha pasado una hora y media de la defunción ya empiezas a pensar en el futuro. Pequeñas agujas penetran desde la subconsciencia hasta la conciencia, generando un sentimiento antinatural de escapar. Lo único que sale de tus labios es: "¿y ahora que?".
Veréis, la muerte de un padre es declarar la caída de los muros que evitaban el miedo en unos pocos segundos. En breve ráfagas de terror entran por todo sitio y ningún lugar ya es seguro. Aquellas manos cálidas que evitaban que te resbalaras desaparecen y lo primero que hacen en lugar de sostenerte en pie es buscar aquellas manos en la niebla. En un moto de locura cualquier sobra o soplo de viento de lleva a creer que las manos han vuelto. Nunca vuelven. ¿Donde esta aquel joven que planeaba viajes alrededor del mundo, un piso en Barcelona el año siguiente y diversión cada jueves? En unos pocos segundos todos los planes desaparecen. Pero eso no es lo que mas duele. Esa sobra que cruza tu casa, echa de recuerdos y esperanzas daña de forma reiterarte mujeres y niños sin ningún y desdén.
En una situación como la mía deseas volver en aquella jaula y cerrar con llave, y ningún texto consigue expresar lo que en ese momento se prueba. Ningún libro, ninguna película y ningún post puede explicarlo. Pero si una palabra:

NO


1 comentario:

  1. Marco, me ha encantado el texto (no es una opinión de peloteo), he visto que has mejorado mucho en tu escritura, y eso me entusiasma. Cuando digo que has mejorado, digo que, casi no he podido encontrar ninguna falta de esas feas que hacías (algún error de picaje hay, pero es lo normal).
    Te sigo, y pienso leerme y releerme tus textos. De momento este será mi favorito (es el único que he leido :3).
    Un beso, ti voglio bene.

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